Rebeca Zurru Fernández
Diciembre del 2014
MODELO DIDÁCTICO PASIVO.
NORMATIVA Y DIDÁCTICA TRADICIONAL.
El método es el camino o procedimiento adecuado para obtener un fin específico. Existe un amplio número de variantes para poner a cabo y desempeñar este contenedor de procedimientos, en este caso hablaremos del modelo didáctico pasivo o método magistral en el sector de la Educación. Un sistema de enseñanza clásico, basado en la unidireccionalidad del conocimiento en las aulas, donde el docente se encarga de emitir todos sus saberes, sobre la información que considera más apropiada, a un alumnado receptivo.
Actualmente, día tras día, nos vemos rodeados por una inmensa sobrecarga de información procedente de las telecomunicaciones, prensa, publicidad etc, por ello me resulta curioso que en nuestras circunstancias espacio-temporales, un método pasivo de tal índole, siga siendo el más empleado para la educación de un alumnado cuya principal necesidad es la motivación, un alumnado que implora a gritos la falta de alicientes disfrazados por todo tipo de distracciones.
Bajo mi punto de vista, este es un método de enseñanza efectivo en muchas ocasiones, sobretodo en el caso de adultos, pues nos ofrece una serie de beneficios que otros sistemas educativos ciertamente nos son capaces de brindar, entre otros la rapidez como fruto de la propia manera de transmitir el conocimiento, donde el docente como ya hemos dicho previamente, es el encargado de realizar todo el trabajo, exponer conocimientos, seleccionar los ejercicios que posteriormente deberán realizar sus alumnos, calificar etc, mientras que el alumno, como mero receptor, tiene como papel asignado ser puramente receptivo, contenedor de información, escuchar atentamente, tomar notas, reproducir lo que el maestro dice, memorizar datos y fechas. Como podemos observar, es un modelo puramente pasivo, donde no hay oportunidades para que el individuo, en este caso los estudiantes, piensen de una forma crítica.
Personalmente, después de leer Teorías del color de Wittgensteing, entre otras cosas, comencé a reflexionar sobre la importancia que marcan las propias necesidades en cada contexto, en cada cultura. Las necesidades impuestas por las circunstancias del azar o la elección, finalmente acaban convirtiéndose en todo aquello que conocemos, sin necesitar conocer lo que no conocemos porque no necesitamos, vemos los colores que necesitamos ver. Mi intención en esta caso, no es la de entrar en un banal juego de palabras, sino más bien, meditar en voz alta las dudas que se me plantean ante la existencia del modelo didáctico pasivo. Efectivamente hemos dicho que en muchos casos puede ser idóneo para cierto tipo de aprendizaje, pero en muchos otros, en la mayoría, a mi modo de ver, no. ¿Esto qué significa? que pese a ser conscientes de no ser la mejor metodología para educar a personas libres y críticas, existe, existe porque lo necesitamos, lo necesitan aquellos a quienes conviene dirigir, a quienes conviene que la juventud sea una era pasiva, dirigible, manipulable, una juventud domesticada, que no juzga, educada en un sistema de enseñanza de conocimientos para fines a corto plazo, pasajeros exámenes orales o escritos, donde el joven estudiante entiende que el objetivo principal de su educación es el de tomar apuntes para aprobar el control memorizando, una serie de fórmulas, hechos y ejemplos aparentemente no interrelacionados con problemas reales, que no brindan la oportunidad de formarse en un sentido crítico, adaptado a su principal motivo de existencia, educar a hombres, a personas con principios y valores que van más allá de lo que el sistema tradicional pueda ofrecernos en muchos de los casos.
En definitiva, a mi juicio, que persista tanto tiempo este modelo didáctico, también es fruto de la propia educación que los docentes actuales recibieron en su momento, una educación manejada por un sistema magistral que precisamente no destacaba por el abanico de posibilidades que te pudiera ofrecer, el pez que se muerde la cola: “me educo en este sistema, no desarrollo mi creatividad para posteriormente poder aportar nuevas soluciones a las posibles problemáticas que surjan en la vida real, me conformo con lo que conozco, me acomodo en ello, y limito así, consciente o inconscientemente, mi propia libertad como docente”. Dicho esto, me gustaría citar textualmente a Lenneth O. Gaudel, quien dijo: “El maestro que realmente desea ser eficaz, debe hacer que la educación que imparte se caracterice por la variedad”. Una variedad que ofrezca mayor riqueza en su diversidad, y que paso a paso esa pluralidad de pensamientos y actitudes, nos aleje del observador pasivo acercándonos así a la conquista de un sistema de participantes activos.
“El educador deberá enseñar al educado a que aprenda a aprender por si mismo: es decir, que aprenda haciendo, investigando, experimentando y observando” Carlos Tünnermann. 1998.
Bibliografía:
-Biblioteca.utec.edu.sv. (2007). El método didáctico. Métodos de enseñanza. El salvador: Universidad tecnológica del Salvador.
-Tünnermann. C. (2000). Universidad y sociedad. Balances históricos y perspectivas desde latinoamérica. Venezuela: Comisión de Estudios de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educación.
-Vidal-Abarca. E, Rafael García Ros, Francisco Pérez González. (2010). La motivación para aprender. ¿Qué es y por qué es importante mejorarla. (pp.139-146). Aprendizaje y desarrollo de la personalidad. Madrid: Alianza editorial.
- Wittgenstein. L. (1994) Observaciones sobre los colores. Barcelona: España Libros, S. L. U.
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